Este juego propone encastrar piezas de diferentes formas y sobre una base, con el objetivo de construir un pequeño prisma. A través de la prueba y el error, los niños exploran cómo encajan las piezas según su forma, posición y cantidad de orificios.

La actividad favorece el desarrollo de la coordinación ojo–mano, la percepción espacial, el razonamiento lógico y la resolución de problemas, invitando a planificar, comparar y ajustar cada pieza hasta lograr la estructura final. Ideal para fomentar la concentración, la paciencia y la exploración activa.